En este primer episodio, Monseñor Shomali reflexiona sobre la frase «la plenitud de los tiempos». ¿Qué significa? Descubra cómo el propósito de Dios se revela en cada momento, desde la creación hasta la venida de Cristo, ¡y prepare su corazón para Su llegada esta Navidad!
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Queridos hermanos y hermanas, hoy comenzamos el santo tiempo de Adviento y, a lo largo de cuatro vídeos, exploraremos el significado de «llegar a» En este primer vídeo, nos centraremos en la frase «la plenitud de los tiempos», un concepto que se menciona a menudo durante este tiempo. ¿Qué significa «la plenitud de los tiempos»? Esta frase sugiere que el tiempo tiene un principio, una progresión y un punto de culminación. El tiempo comenzó cuando Dios creó al primer ser humano. Este fue el punto de partida, y con el tiempo, la humanidad evolucionó en su comprensión de sí misma y de su relación con Dios. Dios prometió a la humanidad, que se había alejado de Él al principio, un Salvador. En su carta a los Gálatas, San Pablo escribe: «Pero cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley.» ¿Qué significa esto? Significa que el tiempo alcanzó su apogeo, su clímax y su punto culminante con la encarnación de Jesucristo, el Verbo eterno de Dios. Él entró en nuestro tiempo humano limitado; lo ilimitado se acercó y se hizo parte de lo limitado. La Liturgia expresa el misterio de la Encarnación con estas profundas palabras: «Lo que era, permaneció; y lo que no era, lo asumió». Esto transmite que, mediante la Encarnación, Cristo siguió siendo plenamente Dios - «Lo que era, permaneció»-, al tiempo que asumía la naturaleza humana - «lo que no era, lo asumió»-, algo que no poseía antes de la Encarnación. La encarnación de Jesús marca la plenitud de los tiempos. Él es el Omega de la historia humana, porque Él mismo es el Alfa y Omega. Ahora me gustaría compartir un pensamiento del renombrado filósofo, científico y teólogo francés Pierre Teilhard de Chardin. Este pensador visionario y antropólogo propuso que en el interior de la humanidad se ha estado desarrollando una evolución cósmica. Según Teilhard, este proceso comenzó con la materia creada por Dios, imbuida de dirección y propósito. Evolucionó a través de células y moléculas, dando lugar a plantas simples, luego a plantas complejas y, finalmente, a animales con su notable diversidad de especies. Por último, surgió la humanidad, dotada de una mente libre y creativa, convirtiéndose en el Omega de la creación, un hito significativo en el proceso evolutivo. A medida que la humanidad avanzaba en pensamiento y filosofía, el Hijo del Hombre, Jesucristo, entró en la historia como culminación y punto culminante de esta evolución cósmica. Queridos hermanos y hermanas, reflexionemos sobre la profunda diferencia entre la noción de evolución aleatoria, tal como la proponen algunos científicos equivocados, y la evolución intencionada querida por Dios, a través de la cual, en Jesucristo, surgió la plenitud de la creación y del tiempo. Preparémonos para acoger al Señor Jesucristo el día de Navidad, con el corazón purificado y la mente lúcida.