24 de agosto de 2025
XXI Domingo del Tiempo Ordinario, año C
Lc 13, 22-30
El tema central del pasaje del Evangelio de hoy (Lc 13,22-30) es la salvación.
Jesús se dirige a Jerusalén y pasa por ciudades y pueblos. En el camino, alguien le pregunta: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" (Lc 13,23). Una vez más, la respuesta de Jesús va más allá de la pregunta: no es importante saber cuántos son los que se salvan, si son pocos o muchos. Lo importante es salvarse.
Y la salvación, como siempre, tiene algo de paradójico, que no encaja en los esquemas de nuestra lógica humana y que Jesús deja entrever a través del relato que ofrece como respuesta, lleno de paradojas.
Hay una puerta estrecha («Esforzaos por entrar por la puerta estrecha» - Lc 13,24), que sin embargo permite la entrada a mucha gente, de oriente a occidente, de norte a sur («Vendrán del este y del oeste, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios» - Lc 13,29).
Hay alguien que parecería tener todas las credenciales para entrar ("Empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo" - Lc 13,26), y sin embargo se quedaran fuera («No sé de dónde sois» - Lc 13,27). Hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos (Lc 13,30).
Nos detendremos sólo en una particularidad presente en el texto, la que se refiere a la puerta y a su cierre.
Muchos, dice Jesús, intentarán entrar, pero encontrarán la puerta cerrada («Muchos, os digo, intentarán entrar, pero no lo conseguirán» - Lc 13,24).
Éstos llamarán, pero la puerta no se abrirá. Uno podría esperar que el motivo de la puerta cerrada sea la hora: en un momento determinado la puerta se cierra y, quien llega tarde, se queda fuera.
Pero no es así.
Quienes llegan encuentra la puerta cerrada y llaman, y no se les abre porque sea tarde. Para entrar, de hecho, nunca es demasiado tarde, y siempre hay otra posibilidad, la oportunidad de la última hora.
La puerta no se abre a quienes creen merecerla, a quienes dan por sentado que tienen derecho a ella.
"Hemos comido y bebido en tu presencia, has enseñado en nuestras plazas" (Lc 13,26). Para aquellos que creen tener la entrada garantizada, la puerta permanece cerrada. Y no por venganza, no por obstinación, sino simplemente porque la salvación es dada por gracia, y solo quienes saben que no la merecen la aceptan.
Un ejemplo de todo esto se encuentra más adelante en el Evangelio de Lucas, en el capítulo 23: Jesús está colgado de la cruz y uno de los dos malhechores, crucificado a su lado, le pide que se acuerde de él cuando esté en su reino. De alguna manera, está llamando a la puerta. No tiene ningún mérito, parecería haber llegado mucho más allá del límite de tiempo. Sin embargo, para él la puerta se abre: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,43).
Por lo tanto, la puerta no es estrecha porque debamos ganarnos la entrada a través de obras de justicia, a través de una gran ascesis. Se trata simplemente de reconocer que somos pequeños y pobres. Todo lo que se nos pide, como al malhechor crucificado, es admitir nuestro pecado y nuestra necesidad de redención: esta es la "contraseña" que abre la puerta.
Jesús denomina «todos los que obráis la iniquidad» (Lc 13,27) a aquellos que permanecen fuera de la puerta. Sin embargo, el texto no sugiere que hayan hecho nada malo. La injusticia que los condena a permanecer ajenos al Señor es precisamente la de sentirse justos. Es la única injusticia que impide la salvación.
A estos, Jesús les dirige duras palabras: «No sé de dónde sois» (Lc 13,27). Es decir, no os conozco, no pertenecéis a mi Reino, no compartís mi lógica, mi forma de ver la vida, de vivir la fe.
Por el contrario, los que están lejos, que llegan como pobres sin méritos, ellos se sentarán a la mesa del Reino.
Oriente, occidente, norte y sur (Lc 13,29): es decir, de todas partes, porque todo punto de partida es bueno para caminar hacia la puerta que abre al banquete del Reino.
A condición, sin embargo, de permanecer como el malhechor en la cruz del capítulo 23, que solo puede implorar aquello que solo puede ser gratuito, que solo se puede dar.
+Pierbattista
*Traducción de la Oficina de Medios del Patriarcado Latino