MEDITACIÓN DE S.B. CARDENAL PIERBATTISTA PIZZABALLA
23 de febrero de 2025
VII Domingo del Tiempo Ordinario, año C
Lc 6, 27-38
Si quisiéramos resumir el pasaje del Evangelio de hoy (Lc 6,27-38) en una sola frase, podríamos decir: bienaventurados los que terminan su vida con pérdidas.
Seguimos, como el domingo pasado, en el capítulo sexto de Lucas, donde el evangelista relata el «sermón de la montaña», que se abre con el pasaje de las bienaventuranzas. El pasaje de hoy sigue inmediatamente a las palabras de Jesús sobre las «bienaventuranzas» y los «ay», y es una continuación directa de ellas, como una prolongación que profundiza el mensaje.
El término que aparece con más frecuencia es el relativo al amor y al cariño: «amad a vuestros enemigos» (v. 27.35), «si amáis a los que os aman» (v. 32). Y, junto a esto, toda una serie de palabras que expresan una declinación del amor: bendecir, ofrecer, no rechazar, dar, hacer el bien, prestar, ser misericordioso, no juzgar, perdonar. Amar significa todo esto.
Pero, de todo esto, en el pasaje de hoy Jesús subraya una actitud del corazón que está en la bienaventuranza del amor, que es la gratuidad.
Hay que amar, sí, pero también a los que no nos corresponden («amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian» - Lc 6,27).
Hay que bendecir, sí, pero también a los que te maldicen («bendecid a los que os maldicen» - Lc 6,28).
Hay que dar, sí, pero sin esperar nada a cambio («a los que os quiten vuestras cosas, no les pidáis que os las devuelvan» - Lc 6,30). También hay que perdonar a quienes te hacen daño y probablemente seguirán haciéndolo.
Y esto se aplica a todo, a todos los ámbitos de la vida, a todas las esferas de nuestras relaciones cotidianas.
Por tanto, no se trata sólo de aprender a amar, sino de aceptar que quien ama siempre está en pérdidas.
No es posible amar esperando ganar algo con ello: eso es una ilusión. Amar significa aceptar que tenemos cuentas que dan pérdidas, cuentas que no cuadran, cuentas que están abiertas.
En realidad, experimentamos que eso está muy lejos de nuestra vida.
Hacemos todo lo posible para saldar cuentas, para llegar a la igualdad: justificarnos, exigir, pagar, devolver... son actitudes que ponemos en marcha para no quedarnos ni en deuda ni en crédito, para que nadie tenga cuentas abiertas con nosotros. También podemos amar a alguien, siempre que no nos quite nada de nuestra vida. De lo contrario, a menudo nos quedamos ahí.
Y tal vez nos detengamos justo ahí donde, en realidad, empieza la verdadera vida.
Pero, ¿por qué amar así? ¿Qué sentido tiene?
Jesús sólo tiene una respuesta.
Amar gratuitamente no es algo que se apoye en muchas especulaciones, razonamientos, pensamientos.
Tiene una sola razón, y es una razón de fe.
Escondido entre todos los demás versículos, encontramos la verdadera razón: el Padre también hace lo mismo. Sus cuentas también están perdidas: «Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada, y vuestra recompensa será grande y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y con los malvados» (Lc 6,35).
Así, podríamos decir que, si tenemos perdidas nuestras cuentas, podremos conocer al Señor, que lo ha perdido todo con nosotros y por nosotros. Seremos sus hijos. Todo lo que habremos perdido por amor volverá a nosotros, al final, como un gran crédito de conocimiento de Dios, de experiencia de Él; que nos hará vivir su propia vida, que es una vida que no pasa.
Nuestra verdadera ganancia consistirá en lo que hemos sabido perder, será el amor gratuito que hemos sabido dar: cuanto más perdamos, más ganaremos.
La vida nos presenta innumerables oportunidades de perder, de amar, de salir de la lógica humana que se detiene en un equilibrio igualitario, que al final se convierte en una lógica de violencia y de muerte.
El camino del amor, en cambio, es siempre un camino creativo, generador de vida.
Porque no se trata de sufrir pasivamente los males, sino de albergar en el corazón la esperanza cierta de que el bien es más fuerte que el mal, y que es también la única manera de que, en nuestras batallas cotidianas, podamos seguir esperando que la lógica del don sea tan bella y atractiva que tarde o temprano se convierta en mutua, para el bien de todos.
+Pierbattista
*Traducción no oficial, en caso de cita, utilice el texto original en italiano e inglés – Traducción de la Oficina de Medios del Patriarcado Latino