Su Beatitud el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, realizará una visita pastoral a la parroquia Latina de Caná de Galilea del 6 al 9 de febrero de 2025. Con este motivo, les ofrecemos una breve reseña de la historia y la vida pastoral de la parroquia. Las imágenes y actualizaciones diarias de la visita se publicarán en nuestra página oficial de Facebook.
Resumen histórico
Según los estudios de los Padres Franciscanos de Kafr Kanna, este lugar ha sido reconocido desde la época bizantina como el lugar del primer milagro de Jesús. Los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa compraron oficialmente el lugar en 1641, pero no fue hasta 1862 cuando obtuvieron la propiedad permanente. En 1879, se construyó una nueva iglesia y un monasterio sobre los restos de una Iglesia más antigua. Entre 1887 y 1888, se estableció una parroquia, centrada en la atención pastoral y en las necesidades espirituales y educativas de los niños de la localidad. La Custodia amplió este esfuerzo entre 1897 y 1905.
La Iglesia forma parte del plan eterno de Dios. Es objeto de la preocupación de Dios en el tiempo presente como La Iglesia prevalecerá en los siglos venideros (Efesios 7,2). Los primeros esfuerzos pastorales de los frailes franciscanos consistieron en la creación de una escuela de idiomas dentro del monasterio de la parroquia a principios del siglo XIX (1901-1950). Durante medio siglo, la escuela se centró en la educación básica, ofreciendo tres etapas de primero a tercer grado, al tiempo que proporcionaba atención pastoral a los feligreses, ayudándoles a prepararse para recibir los sacramentos y ofreciendo clases de catecismo.
En los primeros tiempos de la labor pastoral de la Iglesia en Caná de Galilea, desempeñó un papel distintivo e importante dentro de la comunidad local. Fue clave en la construcción de una comunidad fuerte, valorada por su enfoque en la educación y la vida fraterna, un legado que persiste hoy con el mismo espíritu de servicio, estableciendo la presencia franciscana como un símbolo de paz.
Vida pastoral
Hoy, la parroquia latina de Caná atiende a más de 800 feligreses, equivalentes a 200 familias.
La parroquia desarrolla sus actividades de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia Católica y la Exhortación Apostólica para las Parroquias, siguiendo una estructura pastoral arraigada en el Evangelio y las responsabilidades del párroco y los comités pastorales. Esta estructura fomenta la donación continua e ilimitada.
El Consejo Pastoral es responsable de supervisar todas las actividades y celebraciones pastorales en colaboración con el párroco, desarrollando y revisando el plan pastoral cada año basándose en las circunstancias actuales. Además, el consejo trabaja para fortalecer la espiritualidad franciscana dentro de la comunidad local participando activamente en eventos y actividades locales durante todo el año.
Grupos pastorales
- Il Leggio del Mare
Grupo de mujeres de la parroquia, que cuenta con unas 23 personas. Desempeñan un papel destacado en la vida parroquial, a través de sus reuniones semanales, el rezo del Rosario y la preparación y coordinación de los asuntos espirituales y la liturgia de la parroquia. También se ocupan de las visitas programadas a los enfermos y necesitados, además de participar con el párroco en las veladas evangélicas para las familias de la parroquia.
- Jóvenes de la parroquia
La parroquia pone especial énfasis en el papel de los jóvenes en las actividades pastorales como fundamento de la Iglesia y su papel activo en la construcción de una comunidad mejor. Esto se hace a través de reuniones semanales regulares que empoderan a los jóvenes y se centran en apoyar su vida espiritual y académica para asegurar su participación activa tanto en la comunidad como en la parroquia.
- Los jóvenes de San Francisco incluyen dos grupos de edad, 11 - 12 grados, y los que comienzan sus estudios universitarios. Este grupo de jóvenes desempeña un papel clave, especialmente en el ámbito pastoral, y es parte fundamental de la parroquia. Prestan un servicio excelente y eficaz en las actividades espirituales, siguiendo el currículo anual preparatorio, y participan en todas las celebraciones eclesiales, tanto espirituales como recreativas.
- Los jóvenes de San Bartolomé se centran en tres etapas preparatorias (7º-9º grados), que son años desafiantes durante la adolescencia. Fomentan la conciencia de sus roles dentro de la familia, su futuro académico, su compromiso religioso y el mantenimiento de su conexión tanto con la familia como con la parroquia en un mensaje unificado. También tienen un papel importante en el servicio del altar y la liturgia y participan en todas las actividades con el párroco.
- El coro
El papel del coro de la Iglesia es esencial para fomentar un espíritu de adoración y contemplación durante la Misa y las celebraciones litúrgicas, animando a los fieles a participar en los himnos y alabanzas, lo que fomenta un sentido de comunidad durante el culto. Mediante interpretaciones coordinadas de himnos espirituales, el coro realza la belleza de la liturgia y crea una atmósfera más contemplativa y espiritual. Además, el coro participa en diversas celebraciones, como fiestas, bodas y funerales, enriqueciendo estos momentos con un significado espiritual más profundo. A través de sus himnos y alabanzas, el coro ayuda a los asistentes a sentir una conexión más fuerte con Dios y a reflexionar sobre los profundos significados de la oración.
Catequesis y Sacramentos
El papel de la parroquia en la administración de los sacramentos es crucial, sobre todo porque se trata de una etapa fundamental de la formación. A lo largo del año se lleva a cabo un curso anual, según un plan de estudios específico para cada sacramento, y se enseña a los niños los ritos litúrgicos en latín. Además, durante el curso, se hace hincapié en inculcar un espíritu de compromiso y fomentar la asistencia a la Misa dominical. Como resultado, después de cada curso, la mayoría de las familias de la parroquia continúan comprometiéndose y mantienen una asistencia regular a Misa, participando con sus hijos en todas las celebraciones.
El P. Haitham Hanno, O.F.M., actual párroco de Caná, habla de la Importancia de recibir los Sacramentos:
Recibir el Sacramento de la Comunión promueve la estabilidad en el Señor, ya que permite una profunda conexión con Cristo, como se expresa en Juan 6,56: «El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él». También sirve como alimento espiritual, ofreciendo vida eterna, como se afirma en Juan 6,54: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.» Además, la Comunión actúa como un proceso de injerto, similar al de los árboles, que simboliza la unión con Cristo, como se describe en Romanos 11,17 y Juan 15,5. A través de este sacramento, los creyentes son atraídos a una relación más estrecha con Cristo, convirtiéndose en uno con Él. Recibir la Comunión es también un signo de la formación de una alianza con Dios, como proclamamos en la Divina Liturgia: «Porque cada vez que comais este pan y bebáis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que Él venga». Este acto sagrado refuerza el vínculo entre los fieles y Dios, afirmando su compromiso con Él.
El sacramento de la Confirmación es la segunda etapa sacramental en la formación cristiana. Esta etapa completa la primera (Bautismo), y por eso se utiliza el término «Confirmación». Se sitúa naturalmente entre el Bautismo y la Primera Comunión, que es la culminación de la participación en los sacramentos. Así como a través del Bautismo entramos en el rebaño de Cristo, a través de la Confirmación continuamos nuestro camino hasta alcanzar la madurez espiritual con Cristo.
En conclusión
Él compartió lo siguiente: «Jesucristo realizó una gran obra cuando vino a salvar a Su pueblo de sus pecados. Su obra no se limitó a la salvación de los individuos, sino que también los condujo con Su amor a una comunidad espiritual de Su congregación. Esta comunidad, que se convirtió en Su cuerpo, estaba destinada a trabajar e interactuar a través de centros de reunión dondequiera que se predicara el Evangelio. Las Iglesias locales no eran el fin último para el Señor en todas las circunstancias; eran simplemente una de las muchas cosas que el Señor Jesús dispuso. Sin embargo, siguieron siendo el foco central para el cumplimiento de Su propósito en la Tierra».