Discurso de Agradecimiento por la Ordenación Episcopal
28 de febrero de 2025
Su Beatitud, nuestro Patriarca el Cardenal Pierbattista,
Sus Excelencias, Estimados Obispos,
Queridos hermanos en el sacerdocio y amadas hermanas en la vida consagrada,
Honorables invitados, distinguidos asistentes,
Mi amada familia y queridos amigos,
Nos hemos reunido hoy aquí en esta ocasión histórica para orar como una sola familia y dar gracias a Dios por sus bendiciones y por el don del sacerdocio. Juntos, elevamos nuestras voces en alabanza y gratitud, glorificando Su santo nombre por Su amor sin límites.
Comparto este momento con vosotros, un momento lleno de alegría cristiana, gratitud y profundo agradecimiento. Pero, sobre todo, experimento un profundo momento de fe, un momento en el que me inclino ante la grandeza de la gracia de Dios en el sagrado sacerdocio. Es un momento que me recuerda el inmenso amor de Cristo por nosotros cada día y la fragilidad de la vida y de nuestra naturaleza humana, sin la riqueza de la providencia de Dios.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
En primer lugar, doy gracias a Dios todopoderoso, que me ha llamado a esta sagrada vocación. Por su divina providencia, me ha elegido para servir como obispo en su Iglesia. Reconozco plenamente el peso de esta responsabilidad, y me sobrecoge la confianza que el Señor ha depositado en mí para servirle sirviendo a su pueblo santo. Rezo para ser siempre un siervo fiel, guiado por la inspiración del Espíritu Santo, y que pueda reflejar el amor de Cristo en todo lo que hago.
Estoy especialmente agradecido a Su Santidad el Papa Francisco por su liderazgo de la Iglesia y por la confianza que ha depositado en mí para servir como obispo, especialmente dentro del Patriarcado Latino, al que pertenezco.
También extiendo mi sincero agradecimiento a Su Beatitud, nuestro Patriarca Cardenal Pierbattista, por confiarme esta misión y por la imposición de manos, convirtiéndome en su vicario y asistente en el servicio a nuestra sagrada diócesis.
Aprovecho esta oportunidad para expresar mi profundo aprecio y gratitud por el increíble apoyo que he recibido de mi familia, amigos y benefactores, tanto los que están hoy aquí presentes como los que no han podido estar con nosotros, de cerca y de lejos, incluidos los de Europa y América.
A mis padres, les estaré siempre agradecido por haberme inculcado los valores de la fe y el servicio, por su aprecio de la vocación sacerdotal y por su inquebrantable fe en esta sagrada vocación. Vuestro amor y sacrificios han desempeñado un papel fundamental en la formación de lo que soy hoy.
A mi extensa familia, les doy las gracias de todo corazón. Aprecio profundamente las muchas maneras en que han recorrido este camino conmigo, compartiendo tanto mis alegrías como mis retos.
Expreso mi sincero agradecimiento al Patriarcado Latino, especialmente a mis hermanos obispos y sacerdotes que me han acompañado a lo largo de mi camino, desde mis años de formación en el seminario hasta hoy. Su sabiduría y su ejemplo me han inspirado a buscar la santidad y a servir al pueblo de Dios con integridad y compasión.
Al asumir esta nueva misión, reafirmo mi compromiso de servir a la Iglesia y al Patriarcado Latino con humildad, amor y dedicación. Reconozco que mi deber primordial es pastorear el rebaño que se me ha confiado, proclamar el Evangelio y administrar los sacramentos. Estoy comprometido a ser un obispo que escucha, se preocupa y camina junto a los fieles en su camino de fe.
Los invito a todos -sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos- a uniros a mí en esta misión sagrada. Fomentemos juntos un espíritu de unidad y cooperación en nuestra diócesis. La Iglesia no es una simple jerarquía; es el Cuerpo vivo de Cristo, donde cada miembro tiene un papel vital y donde cada persona es valorada y amada.
Trabajemos de la mano para construir una comunidad de fe vibrante, que dé testimonio de Cristo en toda nuestra diócesis y especialmente en nuestra querida patria, Jordania, bajo el liderazgo de Su Majestad el Rey Abdullah II Ibn Al Hussein y Su Alteza Real el Príncipe Heredero Hussein Ibn Abdullah.
En conclusión, les agradezco una vez más su presencia y apoyo. Les pido que continúen rezando mientras me embarco en este sagrado ministerio. Que todos seamos fortalecidos en nuestra fe y unidos en nuestra misión de difundir el amor de Cristo.
Que, por intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, tratemos de cumplir nuestra vocación con alegría y sinceridad.
Gracias y que Dios les bendiga a todos.
+Mons. Iyad Twal
Vicario patriarcal de Jordania