Prot. (1) 33/2025
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, nuestra Esperanza,
¡Que el Señor os dé la paz!
Este año, el domingo que la Iglesia dedica a la Palabra de Dios, el 26 de enero, nos introduce en el Jubileo que el Papa Francisco ha proclamado para el año 2025. En el centro de la oración de toda la Iglesia estará el don de la esperanza, que pediremos con todas nuestras fuerzas al Señor Jesús.
La Palabra de Dios nos ayuda a encontrar las razones de nuestra esperanza y a reavivarla, especialmente en esta tierra nuestra y en este tiempo de oscuridad y sufrimiento que la humanidad se ve obligada a vivir a causa de las guerras y las injusticias que siembran el miedo, el desánimo y la duda en nuestros corazones.
Teniendo esto en cuenta, os sugiero leer la primera carta del apóstol Pedro. Esta carta es breve (se compone de sólo cinco capítulos), pero rebosa de la gracia del Espíritu Santo, el único que puede vivificar nuestra vida cristiana de fe, esperanza y caridad.
Es Él quien nos da fuerza y hace brillar la luz de la Esperanza en los corazones de los creyentes.
Es Él quien mantiene viva la llama de un fuego que nunca se apaga en nuestros corazones.
Es Él quien da apoyo y fuerza a nuestras vidas, incluso en las situaciones más difíciles.
La esperanza cristiana no engaña. Al contrario, nos permite ver la realidad tal como es.
La esperanza cristiana no defrauda. Es un don de Dios que nos da alegría y crea un vínculo de comunión entre todos aquellos que buscan la paz.
La esperanza cristiana se funda en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos jamás del amor de Cristo, nuestra paz.
El texto de la carta de Pedro dice que la palabra del Evangelio, fuente de vida incorruptible, nos ha regenerado para una esperanza viva, aunque suframos tribulaciones mayores que nosotros mismos y que parecen no tener fin (cf. 1 Pe 1, 23).
Repito: la carta es breve, pero muy hermosa y llena de fuerza.
Por eso os exhorto a leerla una y otra vez, juntos o a solas, y a rezar con las palabras que pone en nuestros labios. Os propongo que subrayéis en vuestra lectura las palabras que más os han impresionado y que pueden acompañaros durante todo el Año Jubilar.
Si todo esto, lo hacemos juntos, con fe y confianza, encontraremos una nueva alegría y una nueva fuerza para que nuestras conciencias vivan como verdaderos cristianos en este tiempo. De este modo, también recibiremos como don, la luz que necesitamos para contribuir a la solución de los problemas que se nos presentan.
Os saludo y os bendigo con las mismas palabras del apóstol Pedro: «Después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que en Cristo Jesús os ha llamado a su gloria eterna, Él mismo os restaurará, os fortalecerá y os hará firmes. Suyo es el poder por los siglos de los siglos. Amén» (1 P 5,10-11).
Jerusalén, 13 de enero de 2025
† Pierbattista Card. Pizzaballa
Patriarca Latino de Jerusalén
ALGUNAS SUGERENCIAS ORGANIZATIVAS PARA VIVIR EL DOMINGO DE LA PALABRA
- En la Santa Misa principal de la comunidad, hacer una entrada solemne con el Evangelio y colocarlo en un lugar solemnemente decorado.
- Proponer a la comunidad celebrar la Liturgia de las Horas (Laudes o Vísperas) y elegir la «lectura breve» de la carta de Pedro. (por ejemplo, para Laudes: 1Pe 1,22-23; 2,4-5 - para Vísperas: 1Pe 3,8-9; 3,13-16)
- Para facilitar que todos encuentren inmediatamente el texto de la carta, poner el ENLACE a la carta en la página web de la parroquia y/o difundirlo en la lista de correo de la parroquia. O bien: Imprimir el texto (que es breve) en un folio para distribuirlo al final de la Santa Misa.
- Para ayudar a los fieles en su lectura y oración personal o comunitaria sobre la Carta de Pedro, los sacerdotes, diáconos o personas preparadas pueden proponer al final de la liturgia dominical algunas sencillas indicaciones metodológicas:
- Leer y releer el texto varias veces;
- Tomar un versículo y repetirlo hasta aprenderlo de memoria;
- Leer un pasaje y detenerse unos minutos en silencio para reflexionar;
- Alternar la lectura con responsorios o con invocaciones al Espíritu Santo (ver algunos ejemplos a continuación).
5. Los sacerdotes o diáconos pueden proponer durante la semana algunas catequesis breves sobre algunos pasajes que ayuden a hacer una lectura meditada y a comprender el texto de la carta (por ejemplo 1,3-9; 1,13-21; 2,1-10; 3,8-17; 4,12-19; 5,1-11 ).
MODO DE LECTURA
El tiempo necesario para leer tranquilamente toda la carta es de un máximo de 30/35 minutos. Para cada capítulo, un máximo de 5/6 minutos.
Obviamente, puede haber muchas formas diferentes de leer:
- Personal
- En pequeños grupos
- En familia
- En la iglesia durante una liturgia de la palabra o durante una hora de adoración
- En línea
- En las comunidades religiosas, se recomienda fijar un tiempo para una lectura compartida
- Durante las reuniones de los distintos grupos parroquiales, el domingo o incluso durante la semana siguiente
- Durante el rezo del rosario (un capítulo como introducción a cada misterio)
- Lectura de toda la carta en lectura continua o leer una parte de ella
- Un capítulo cada día de la semana siguiente
RESPONSORIOS PARA ALTERNAR CON LA LECTURA AL FINAL DE CADA CAPÍTULO
Capítulo I
Res.: Bendito sea Dios * y Padre de Nuestro Señor Jesucristo (1,3)
- Quien nos ha regenerado por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos * para una esperanza viva (1,3)
- Por una herencia imperecedera * reservada en los cielos para vosotros (1,4)
- Gloria al Padre y al Hijo * y al Espíritu Santo.
- Alegraos, pues, con gozo inefable y glorioso * al alcanzar la meta de vuestra fe: la salvación de las almas (1,4-5)
Capítulo 2
Res.: Como niños recién nacidos * anhelad con ansia la genuina leche espiritual (2,2)
- Con la que podréis crecer hasta la salvación * si verdaderamente habéis gustado la bondad del Señor. (2,2-3)
- Estáis capacitados para un sacerdocio santo * para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo (2,5)
- Gloria al Padre y al Hijo * y al Espíritu Santo.
- Porque la voluntad de Dios * es hacer el bien (2,15)
Capítulo 3
Res.: Bendecid porque a esto, en efecto, fuisteis llamados * a heredar su bendición (3,9)
- Y si padecéis por causa de la justicia * ¡bienaventurados seáis! (3,14)
- No os dejéis intimidar por el miedo ni os turbéis * sino adorad al Señor, Cristo, en vuestros corazones (3,14-15)
- Gloria al Padre y al Hijo * y al Espíritu Santo
- Estad siempre preparados * a responder a todo el que os pregunte acerca de la esperanza que hay en vosotros. (3,15)
Capítulo 4
Res.: En la medida en que participáis de los sufrimientos de Cristo * alegraos (4,13)
- Guardad entre vosotros una ferviente caridad * porque la caridad cubre multitud de pecados. (4,8)
- El que hable * que lo haga con las palabras de Dios (4,11)
- Gloria al Padre y al Hijo * y al Espíritu Santo
- Bienaventurados vosotros si sois injuriados por el nombre de Cristo * porque el Espíritu de gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. (4,14)
Capítulo 5
Res.: Derramad sobre Él todas vuestras preocupaciones, porque Él cuida de vosotros. (5,7)
- Vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar * Resistidle firmes en la fe (5,8-9)
- Sabiendo que los mismos sufrimientos * se imponen a vuestros hermanos esparcidos por todo el mundo. (5,9)
- Gloria al Padre y al Hijo * y al Espíritu Santo.
- El Dios de toda gracia, que os ha llamado a su gloria eterna en Cristo Jesús * os restaurará, os confirmará, os fortalecerá, os dará un fundamento sólido. (5,10)
INVOCACIONES AL ESPÍRITU SANTO
(ejemplos)
- Ven Espíritu Santo, ven Luz verdadera, ven Vida eterna.
- Ven Misterio oculto, ven Tesoro sin nombre, ven Realidad inefable
- Ven Exultación perenne, ven Luz sin ocaso, ven Verdadera expectativa de todos los que serán salvados.
- Ven Resurrección de los muertos, ven Oh Poderoso que siempre renuevas todas las cosas, ven Oh Invisible.
- Ven Alegría eterna, ven Tú que te has convertido en mi deseo.
*Traducido por la Oficina de Prensa del Patriarcado Latino*