Nosotros, los Patriarcas y Lideres de las Iglesias de Jerusalén, hoy llamamos a todas las partes en Tierra Santa a mostrar moderación y autocontrol. Hemos advertido repetidamente contra la explosión de un ciclo de violencia sin sentido que solo traerá heridas y sufrimiento para todos. Tal estado de cosas sólo conducirá a más atrocidades y terror como consecuencia general, alejándonos aún más de la tan ansiada paz y estabilidad que todos buscamos.
Al seguir de cerca esta lamentable situación, hemos llegado a la conclusión de que esta proliferación de violencia que ha provocado la muerte injustificada de 32 palestinos y 7 israelíes desde el comienzo del nuevo año parece autoperpetuarse. Es seguro que continuará e incluso se intensificará a menos que los dirigentes políticos y comunitarios de todas las partes emprendan con determinación una intervención contundente.
Todos deben trabajar juntos para desactivar las tensiones actuales y poner en marcha un proceso político basado en principios de justicia bien establecidos que traiga una paz duradera y prosperidad para todos. En la misma línea, en estos difíciles momentos, hacemos un llamamiento a todas las partes para que respeten las creencias religiosas de los demás y muestren respeto por todos los lugares sagrados y de culto.
Tras esta última trágica ola de violencia, rezamos por los muertos y heridos, y pedimos a Dios que acompañe a sus familias y seres queridos. También rezamos por la curación de los heridos, y para que el Todopoderoso dé fuerza y perseverancia a quienes cuidan de ellos.
Por último, pedimos a Dios que conceda sabiduría y prudencia a los líderes políticos y a las personas influyentes de todas las partes, llevándoles a idear medios que nos ayuden a superar la violencia, a mantener la seguridad de nuestras comunidades y a trabajar incansablemente por una solución justa y pacífica para nuestra querida Tierra Santa.