El domingo 29 de diciembre de 2024, en la Basílica de la Anunciación de Nazaret, Su Beatitud el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén y Presidente de la Asamblea de los Ordinarios Católicos en Tierra Santa (A.O.C.H.L.), presidió una Misa de celebración para marcar el comienzo del Año Jubilar en la Diócesis de Jerusalén.
La celebración comenzó con una procesión de monaguillos y sacerdotes hacia la puerta principal de la Basílica, seguida de una procesión de obispos, y a continuación por Su Beatitud el Cardenal Pizzaballa.Las oraciones comenzaron en la entrada principal de la Basílica, donde se invitó a los fieles a entrar después de que el Cardenal cruzara el umbral portando la Cruz - «signo de esperanza que no defrauda»- anunciando el comienzo del Año Santo Jubilar para 2025 y el camino de arrepentimiento hacia Cristo, la verdadera Puerta Santa (cf. Jn 10,7-9).
A continuación, los obispos, sacerdotes y fieles se reunieron en torno a la Gruta de la Virgen María, donde se recitaron las Letanías de los Santos. Seguidamente, Su Beatitud bendijo el agua bendita y la aspergió sobre los fieles. La procesión continuó hasta la Iglesia Superior para celebrar la Divina Liturgia.
El 27 de diciembre del mismo mes, la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa emitió un mensaje a todos los fieles sobre el Año Jubilar, titulado «Peregrinos de esperanza». El mensaje reflexionaba sobre el significado del Año Jubilar, que, según la tradición bíblica, es un año especial en el que se libera a los prisioneros, se perdonan las deudas, se logra la reconciliación con Dios y con el prójimo, se abraza la paz y se promueve la justicia. Es un tiempo de renovación espiritual personal y comunitaria (cf. Lev 25; Is 61,1-2). El mensaje recordó a los fieles de Tierra Santa que hay muchos signos de esperanza, incluso en tiempos difíciles, como el profundo anhelo de paz y la perseverancia de las familias cristianas en su tierra a pesar de todos los desafíos. El mensaje también indicaba cómo obtener la indulgencia plena y anunciaba lugares de peregrinación en la Diócesis, como Nazaret (Basílica de la Anunciación), Belén (Basílica de la Natividad) y Jerusalén (Basílica del Santo Sepulcro/Anástasis), todos ellos lugares donde se alimenta la esperanza de los cristianos de todo el mundo. [¡Haga clic aquí para más información!]
En la Misa asistió el Consejo de Obispos Católicos, junto con varios sacerdotes, religiosas y fieles de diversas órdenes y parroquias de Tierra Santa. El coro de la Basílica de la Anunciación creó una atmósfera espiritual, reflejando la gracia y el amor de Dios a través de los himnos de Navidad y del Jubileo.
En su homilía, el Cardenal Pizzaballa destacó que la esperanza es el fundamento de toda iniciativa. Sin esperanza y confianza en el éxito, dudamos en comenzar algo nuevo. La esperanza se sustenta en la fe, particularmente la fe en Dios, que nos invita a confiar en su presencia activa en nuestras vidas. La fe nos llama a mirar más allá de nosotros mismos, confiando en que Dios actúa en nosotros y a través de nosotros».
El Cardenal también destacó que la virtud de la esperanza requiere paciencia, como enseña San Pablo: «La tribulación produce paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza» (Rm 5, 3-4). La paciencia sin esperanza es mera resignación, y la esperanza sin paciencia es ilusoria. La verdadera esperanza nos exige soportar las dificultades de la vida mientras esperamos activamente las promesas de Dios. El Cardenal reflexionó sobre el ejemplo de María, quien, a pesar de las pruebas, «guardaba todas estas cosas en su corazón» (Lc 2, 51). Guardarlas significa comprender gradualmente los acontecimientos de la vida con confianza, sabiendo que nada puede separarnos del amor de Dios. El Cardenal recordó a los fieles que el verdadero Jubileo es encontrar a Jesús y escuchar su palabra (Lc. 4, 18-19). El Jubileo de este año ofrece una oportunidad para que Dios perdone nuestros pecados y renueve nuestros corazones, permitiéndonos continuar nuestro camino con esperanza y alegría, mientras buscamos la protección y la guía de la Santísima Virgen María en este camino hermoso pero desafiante.
Al final de la misa, el cardenal Pizzaballa señaló la Santa Cruz especialmente elaborada para el Año Jubilar de 2025, que se colocará en los lugares oficiales de peregrinación de la Diócesis. Cada Obispo recibirá también una versión en miniatura de esta Cruz para conceder la indulgencia plenaria a quienes reúnan todas las condiciones necesarias.
El Cardenal Pizzaballa explicó que la indulgencia plenaria requiere el arrepentimiento sincero y la confesión completa de todos los pecados, junto con una preparación espiritual adecuada. A continuación, impartió su bendición final, concediendo la indulgencia plenaria a todos los que participaron en la Misa y cumplían las condiciones necesarias.
Concluyó deseando a todos un bendito Año, diciendo: Que Dios olvide por completo nuestro pecado y nos permita reanudar el camino hacia el cielo con un espíritu nuevo, un corazón nuevo y con el entusiasmo gozoso de quien ha encontrado un tesoro perdido».
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