17 de marzo de 2024
V Domingo de Cuaresma, año B
Juan 12, 20-33
A lo largo del relato del Evangelio de Juan, el tema de la hora de Jesús se repite varias veces.
Vuelve a decir que aún no ha llegado la hora (Jn 2,4; 7,30; 8,20), o que esta hora está por llegar (Jn 4,21,23; 5,25,28).
En el pasaje de hoy (Jn 12,20-33), por primera vez Jesús puede afirmar que ha llegado su hora (Jn 12,23).
En primer lugar, debemos preguntarnos de qué hora habla Jesús.
En primer lugar, es un tiempo de crisis, de dificultad: Jesús afirma que, a causa de esta hora, su alma está turbada (Jn 12,27), y luego añade inmediatamente que esta perturbación no le llevará a huir de lo que está sucediendo. Jesús quiere dejar claro desde el principio lo que no es esta hora: no es la hora en la que salvarse a sí mismo («¿Qué diré? Padre, ¿sálvame de esta hora? Pero precisamente por eso he llegado a esta hora» - Jn 12, 27), porque ha venido al mundo precisamente para afrontar esta hora.
Es, por tanto, más bien el momento de dirigirse al Padre con una oración («Padre, glorifica tu nombre» - Jn 12,28), y en esta oración Jesús pregunta qué es lo esencial, que vale la pena afrontar en esta hora.
Lo que Jesús pide al Padre está todo en un solo verbo, que se repite tres veces en este pasaje, todo en el versículo 28, es decir, el verbo "glorificar".
Jesús pide al Padre que revele a todos su verdad profunda, la verdad que está contenida en su nombre, en lo que Él es verdaderamente: es decir, pide que revelar a todos el misterio de su amor, de su ternura por cada criatura.
Y, al pedirla, se pone a disposición para convertirse en instrumento de esta revelación, para dejar que su vida, precisamente en esta hora, hable de la gloria del Padre, hable la verdad de Dios. La hora, por tanto, es aquella en la que Jesús revela, con su libre aceptación de la muerte, el amor del Padre por cada hombre.
El Padre, a su vez, responde a esta oración.
Responde con el mismo verbo usado por Jesús, y lo rechaza en el pasado y en el futuro: «Lo he glorificado y lo glorificaré» (Jn 12,28).
Significa que, en esta hora oscura y dramática, el Padre no estará ausente. No es un tiempo en el que el Padre se retira y deja solo al Hijo para enfrentar el drama de la muerte.
El Padre estaba presente en la vida del Hijo, hasta el punto de que Jesús pudo decir que sabía que el Padre siempre lo escucha (Jn 11,42). Pues bien, para Jesús no se trata de una experiencia pasada, que termina con su muerte, sino, por el contrario, de una certeza viva, precisamente lo que le permite entrar en esta hora, no huir ante la confusión.
El amor del Padre nunca fallará, y acompañará al Hijo en su hora, sin abandonarlo.
El amor del Padre abraza la vida de Jesús en sus tiempos buenos y felices, pero también abraza a Jesús en su hora, en la hora del dolor y de la fatiga; y lo lleva más allá de la muerte, lo devuelve a la vida, lo devuelve a sí mismo.
Jesús insiste en señalar que esta Voz del Padre no vino por Él, sino por nosotros (Jn 12,30).
Decir que este amor concierne a nuestro pasado y a nuestro presente, a nuestras alegrías y a nuestras penas, abarca toda nuestra vida, como abrazó la de Jesús.
Otra reflexión se refiere a la ocasión que permitió a Jesús decir que había llegado la hora.
La ocasión viene de la llegada de unos griegos (Jn 12,20) que han subido a Jerusalén para celebrar la fiesta.
Jesús responde a los discípulos, que actúan como embajadores de su petición, con la breve parábola del grano de trigo (Jn 12,24). El grano de trigo, si no muere, se queda solo. Si Jesús no muere, se queda solo, sin sus amigos, sin aquellos griegos que han venido a buscarlo, y con ellos sin todos los que están lejos que buscan su Rostro.
Porque quien quiera verlo debe buscarlo dentro de su propia hora, dentro de su relación de amor y confianza en el Padre, dentro de la certeza de que este amor lo acompaña hasta su muerte.
Todo nuestro camino de Cuaresma no tiene otro propósito que traernos aquí, a esta hora, donde Jesús nos revela el rostro de Dios. Allí, levantado de la tierra, da mucho fruto: atrae a todos hacia sí (Jn 12,32).
+Pierbattista