Que el Señor te dé la Paz,
Acabamos de celebrar la Pascua ayer y estamos en el día de Pascua, en la octava Y en este día en que celebramos a Cristo resucitado, la resurrección, el triunfo del amor, de la vida, el Padre, Dios Padre, ha llamado a nuestro Santo Padre, el Papa Francisco.
No puedo negar que nos impactó esta noticia, pero para nosotros los creyentes, que creemos en la resurrección, nos impactó esta coincidencia con el día de la resurrección, el día que el Papa Francisco ha encontrado y finalmente ha visto el rostro del Padre como todos deseamos.
Es un momento muy, muy difícil, pero también es un momento de gracia porque toda la Iglesia se reúne hoy en oración por el Santo Padre.
Invito, pues, a toda nuestra Iglesia, la Iglesia de Jerusalén, a todos los que están unidos a nosotros, a que nos unamos especialmente el miércoles, en la oración que toda la Iglesia y todas las Iglesias católicas y no católicas harán por el Santo Padre.
Tuve la gracia de encontrarme con el Papa Francisco por primera vez hace exactamente 20 años en Buenos Aires Acababa de convertirme en Custodio y había ido a visitar una comunidad en Buenos Aires. Así que también tuve que encontrarme con el Cardenal en una visita de cortesía. No estaba muy acostumbrado a reunirme con Cardenales hace 20 años, así que estaba un poco preocupado y nervioso porque estábamos en un atasco en Buenos Aires y llegábamos tarde. Al llegar al Palacio Episcopal, había un sacerdote en el aparcamiento que nos estaba esperando. Pensé que era un funcionario de la curia así que nos ayudo a aparcar muy rápido, no muy bien, y al bajar del coche le entregamos las llaves del coche a este sacerdote, bien, un sacerdote de cierta edad, diciéndole: «No hemos aparcado bien, si alguien tiene que salir, aquí tiene las llaves del coche, puede moverlo». Y este pequeño sacerdote respondió: “No se preocupe padre, soy el Cardenal y les estaba esperando”. En resumen, estuvo allí, esperándonos, nos ayudo a aparcar. Así que desde el principio quedó claro que era un Cardenal, un personaje fuera de lo común, como demostró ser a lo largo de su pontificado.
Pues bien, en estos 20 años de conocimiento, se ha profundizado en la colaboración y luego con su elección como Sumo Pontífice, convertido en Papa, tuve la oportunidad de verlo cada vez más a menudo, especialmente debo decir en este último período de guerra terrible que estamos viviendo por Gaza pero no sólo por Gaza. Ciertamente Gaza se ha convertido en un signo, un símbolo de lo que estaba mas cerca de su corazón: los pobres, la guerra, la paz; temas que le eran muy queridos y a los que estaba muy próximo eh de los que estaba muy cerca y por los que se esforzó mucho sin preocuparle los protocolos y sin preocuparse de las consecuencias de lo que decía sino expresando muy claramente con paresia, la paresia que no solo quiso que fuera el centro de su pontificado sino la necesidad para la vida en el mundo.
Gaza es en cierto sentido un símbolo, uno de los símbolos de su pontificado: los pobres, los últimos, el rechazo de la guerra, la necesidad de la paz junto con el otro el otro tema típico de su pontificado que es el dialogo, el encuentro entre diferentes culturas, diferentes religiones, permaneciendo cada una en si misma.
Así que oremos por el Santo Padre de nuevo, oremos por la Iglesia, también oremos mucho por la Iglesia en este momento en la certeza en la fe en la conciencia y la esperanza de que el Señor seguirá acompañando los caminos de la Iglesia. Por tanto, unidos en el luto por la muerte de esta gran figura y unidos en la fe y la esperanza que nos une, la esperanza en el Señor Resucitado Что