Hubo mucha esperanza en los últimos meses, primero con el acuerdo de alto el fuego con el Líbano, seguido de un acuerdo de alto el fuego en Gaza. Las armas cesaron, los rehenes israelíes fueron liberados y los suministros humanitarios fluyeron en grandes cantidades a Gaza trayendo un alivio temporal que se pensó sería el principio del fin de esta guerra tan larga, sangrienta y destructiva. El paso a la segunda fase del acuerdo nunca se materializó e Israel reanudó su ataque militar contra Gaza a un nivel sin precedentes. El número de muertos en Gaza desde el comienzo de la guerra ya superó los 50.000, de los cuales decenas de miles son mujeres y niños. El 2 de marzo se volvió a imponer un estricto embargo que incluía agua, medicinas, alimentos y electricidad, creando la catástrofe humanitaria provocada por el hombre más grave de la historia moderna.
A esto le siguió la reanudación de la guerra el 18 de marzo. Gaza se ha vuelto inhabitable para sus 2,2 millones de habitantes dado el nivel de destrucción, con planes sólidos para vaciar la franja de sus habitantes autóctonos. No está claro cómo se desarrollará este escenario, ¡pero el silencio en todo el mundo es ensordecedor! En cuanto a la pequeña comunidad cristiana, desde el comienzo de la guerra han perdido la vida cerca de 50 personas, de las cuales 20 murieron a consecuencia de las hostilidades directas y 30 por negligencia médica debido a la ausencia de medicamentos y de hospitales en funcionamiento. Quedan alrededor de 650 almas valientes a las que seguiremos haciendo lo imposible por atender dentro de nuestras posibilidades, ya que unas 450 de ellas permanecen refugiadas en el complejo de la Sagrada Familia de la ciudad de Gaza.
Cisjordania también se enfrenta a condiciones sin precedentes de bloqueos y restricciones de viaje, a la violencia agresiva de los colonos contra la población local, a la destrucción total de los campos de refugiados como Jenin y Tulkarem con planes claros para los demás campos de refugiados diseminados por Cisjordania, creando una nueva oleada de refugiados que llegan por segunda o tercera vez, estimados en unas 40.000 personas. La vida no es más que normal en Cisjordania, con más de 900 puestos de control y cerca de 300 barreras permanentes que aíslan pueblos y ciudades, transformándolas en prisiones nocturnas según las indicaciones de las fuerzas israelíes. Los atascos de tráfico, que en algunos casos retrasan a los viajeros hasta siete horas para ir de una ciudad palestina a otra, se han convertido en algo normal.
Esto sin mencionar las elevadas tasas de desempleo, que podrían alcanzar el 70% en algunas zonas y sectores. Los permisos para trabajar en Israel están en el mínimo absoluto y los trabajadores palestinos son sustituidos permanentemente por trabajadores extranjeros al doble de coste y con la mitad de eficacia. Pero, ¡quién lleva la cuenta! La vida de los palestinos que viven en Gaza y Cisjordania se ha vuelto insoportable desde cualquier punto de vista humano. Me temo decir que con las redes sociales y la amplia difusión de las noticias, ¡supongo que no estoy revelando ningún secreto!
Por lo que respecta a Israel, miles por no decenas de miles de personas protestan a diario por diversas causas. Algunos exigen un alto el fuego y la liberación de los rehenes como prioridad; otros se manifiestan contra las reformas legales o el proceso para destituir al jefe del Shabak (agencia de seguridad israelí) o al fiscal general del gobierno, mientras que un tercer grupo de judíos ortodoxos protesta contra la campaña para alistarlos para hacer el servicio militar. No pasa un día sin que se produzcan manifestaciones en las principales ciudades de Israel, así como en Jerusalén, pero, una vez más, ¿acaso este gobierno de extrema derecha a su pueblo? Recientemente, el gobierno aprobó el presupuesto 2025 que impone una enorme carga para financiar esta costosa guerra sobre los hombros de los ciudadanos trabajadores con importantes aumentos de precios e impuestos, ¡y el ciudadano común tiene que soportarlo todo!
Supongo que lo más triste desde el 7 de octubre de 2023 ha sido la polarización de las relaciones entre israelíes y palestinos, caracterizadas por una total falta de confianza. Ninguna de las partes ve en la otra a un aliado para la paz, y ninguna ve el lado humano de la otra. En estos momentos, Tierra Santa es testigo de la convergencia de las fiestas de las tres religiones monolíticas. Nuestros hermanos y hermanas musulmanes acaban de celebrar el final del mes sagrado del Ramadán; los cristianos viven la Cuaresma como preparación de la Pascua y nuestros hermanos y hermanas judíos se preparan para la Pascua judía dentro de pocas semanas. Este es un periodo de ayuno y oración, un periodo en el que se supone que todos deben seguir las enseñanzas de sus respectivas religiones. Si así fuera, hoy viviríamos en un mundo mucho mejor, la guerra cesaría de inmediato, y la paz y la justicia prevalecerían. ¡A estas alturas, estamos muy lejos de esta realidad!
Tras haber descrito una realidad relativamente sombría pero realista, debo decir también que nunca nos rendiremos ni permitiremos que la esperanza se desvanezca. Estoy muy orgulloso de mi trabajo en el Patriarcado Latino, donde nos negamos a desesperar y seguimos diseñando y aplicando programas humanitarios y pastorales que apoyen a nuestras comunidades locales, por no hablar de la educación a través de nuestra amplia red de escuelas. Los amplios programas humanitarios, que incluyen ayudas para la matrícula, urgencias médicas y medicinas, cupones para alimentos y ayuda en efectivo, servicios públicos y pago de alquileres, han llegado a miles de personas en Cisjordania, mientras que el apoyo a proyectos de creación de empleo y generación de ingresos ha llegado a cientos de personas. Es evidente que no podemos prestar ayuda a todo el mundo, pero para aquellos a los que hemos podido llegar, ha sido un alivio. Seguiremos haciéndolo mientras sea necesario. En este sentido, fue una experiencia gratificante acoger a una delegación ampliada de la Comisión de Tierra Santa de la Orden del Santo Sepulcro y acompañarla a varias parroquias, escuelas y centros para evaluar el impacto de nuestro trabajo, dejándonos comentarios muy positivos.
Mantener viva la fe y la esperanza es ahora más necesario que nunca, dadas las condiciones extremadamente desesperadas en las que vivimos. Nos esforzamos al máximo para contribuir positivamente a nuestras sociedades, lo que no se puede lograr sin el increíble apoyo que recibimos de todos los rincones del mundo. Algunos no pueden hacer más que rezar por nosotros, y ésta es sin duda la contribución más poderosa; otros ofrecen apoyo moral y solidaridad; y muchos otros ofrecen ayuda económica. No podremos hacer lo que hacemos sin su apoyo y por ello estamos profundamente agradecidos a todos nuestros amigos de todo mundo. ¡Nunca nos hemos sentido abandonados ni solos! Ramadán Mubarak a nuestros hermanos y hermanas Musulmanes, y Feliz Passover y Feliz Pascua a nuestros hermanos y hermanas Judíos y Cristianos.
Sami El-Yousef
Director Ejecutivo
7 de abril de 2025
*Traducción de la Oficina de Medios del Patriarcado Latino