JERUSALÉN - El domingo 6 de octubre de 2024, en el Carmelo Pater Noster en el Monte de los Olivos, S.B. el Cardenal Pierbattista Pizzaballa presidió una Misa en la que la Hermana Marie Madeleine del Misericordioso Corazón de Jesús hizo su profesión solemne.
Concelebraron varios sacerdotes del Patriarcado Latino, entre ellos el P. Bernard Poggi, así como varios miembros de las comunidades vecinas. A la celebración también asistieron varias hermanas y hermanos religiosos, que expresaron su apoyo y gratitud a Sor Marie Madeleine en esta significativa ocasión en Jerusalén.
Fundado en 1875 por monjas Carmelitas de Carpentras, Francia, el Carmelo del Pater Noster se encuentra cerca del jardín de Eleona, donde Jesús enseñó el Padre Nuestro, símbolo de su bendición para la humanidad. Esta oración está inscrita en varios idiomas tanto en el jardín como en la capilla del Carmelo, subrayando su mensaje universal.
Durante la ceremonia, la priora y la madre superiora estuvieron junto Sor Marie Madeleine en el coro de la capilla, mientras que las monjas carmelitas se colocaron detrás de una valla, cantando y rezando para celebrar su importante día.
En su homilía, el Patriarca reflexionó sobre el significado de la ocasión en una ciudad marcada por el conflicto y la división, destacando el compromiso de Sor Marie Madeleine de servir al Señor con amor. Destacó dos palabras clave del Evangelio que ella eligió: "amor", que es primordial para quienes viven en Jerusalén, y "permanecer", un concepto que tiene un significado especial en este contexto: "En primer lugar, no hay nada obvio en vivir en Jerusalén y permanecer allí. Pero permanecer en el amor del Señor, como pide el Evangelio, tampoco es obvio en Jerusalén (...) Es realmente difícil ver el rostro de Dios en nuestras relaciones, en esta tensión, especialmente en estos últimos días. Sin embargo, debemos permanecer fieles a Dios".
El Patriarca citó figuras bíblicas, desde San Juan Bautista hasta las Santas Mujeres, que ejemplificaron la firmeza en la fe en tiempos difíciles. Señaló que "permanecer" requiere paciencia, lo que contrasta con la sociedad acelerada actual, y que los monasterios contemplativos sirven como recordatorios del ritmo de Dios.
Al concluir su homilía, reiteró el significado del nombre de Sor Marie Madeleine, animando a todos a recordar que el Corazón de Jesús encarna el amor desinteresado, no la ambición política. Instó a que la verdadera vida cristiana en Jerusalén implica darse a sí mismo por amor, como lo ejemplifica la Hermana Marie Madeleine, afirmando que, a pesar de muchas luchas, el amor de Jesús sigue siendo primordial.