El viernes 7 de marzo de 2025, viernes después del Miércoles de Ceniza, Su Beatitud el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, presidió una Misa solemne en conmemoración de la Coronación de Espinas de Nuestro Señor Jesucristo. La celebración tuvo lugar en la Basílica del Convento Ecce Homo, dirigido por las Hermanas de Notre Dame de Sion y la Comunidad Chemin Neuf, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, cerca de la Primera Estación de la Vía Dolorosa.
Entre los concelebrantes se encontraban el Sr. Nicolas Kassianides, Cónsul General de Francia en Jerusalén, así como numerosos consagrados y consagradas de diversas órdenes religiosas de Jerusalén, junto con los fieles.
Reflexionando sobre el pasaje evangélico que narra la mofa de los soldados a Jesús (Mt 27,27-31), el Cardenal Pizzaballa destacó el marcado contraste entre las perspectivas de la gente y la de Jesús en este momento de sufrimiento. Llamó la atención sobre la elección hecha por la multitud -la liberación de Barrabás, cuyo nombre significa «hijo del padre», en lugar de Jesús, el verdadero Hijo de Dios-, destacando cómo el sacrificio de Cristo aseguró en última instancia la redención de la humanidad del pecado.
A continuación, exhortó a los fieles a adoptar la postura de Cristo, a mantenerse apartado de las corrientes del mundo y a resistir la tentación de seguir a la multitud. Señaló que nosotros también podemos sentirnos coronados de espinas en momentos de debilidad y de ira, pero debemos permitir que este sufrimiento nos conduzca al triunfo de la resurrección.
Al concluir su Homilía, el Patriarca rezó por la reconciliación y la paz en el mundo, especialmente en Tierra Santa, e instó a todos a aprovechar el tiempo de Cuaresma como un tiempo de renovación espiritual. «Que, en el espíritu de la Cuaresma, meditemos sobre la Pasión de Cristo, reconectando nuestro corazón con Su corazón», rezó.
El convento del Ecce Homo tiene un profundo significado histórico y espiritual. Muchos creen que el arco romano bajo el convento señala el lugar donde Poncio Pilato presentó a Jesús -con la corona de espinas y un manto púrpura- a la multitud hostil, proclamando: «He aquí al hombre» («Ecce Homo» en latín) (Jn 19,5). Fundado en 1856 por el Padre Ratisbonne tras el descubrimiento de importantes restos arqueológicos, el convento continúa su misión de hospitalidad. Nueve mujeres consagradas prestan sus servicios en la hospedería, acogiendo a los peregrinos que visitan el lugar sagrado y participan en cursos bíblicos.