Declaración de la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa
Jerusalén, 23 de junio de 2025
Es con profunda conmoción y repulsión que recibimos la trágica noticia del atentado suicida en la Iglesia de San Elías en los suburbios de Damasco, durante la oración dominical, que causó numerosas víctimas mortales y heridos entre los fieles.
No hay justificación -religiosa, moral, ni racional- para la masacre de inocentes, y menos aún en un espacio sagrado. Esta violencia, bajo el pretexto de la fe, es una grave perversión de todo lo que es sagrado. Este es un acto de maldad indescriptible, un crimen contra la humanidad y un pecado ante Dios.
Este ataque también constituye un atentado directo al derecho a practicar el culto en paz y seguridad. Como afirma el Documento sobre la Fraternidad Humana (Abu Dhabi, 2019):
"La protección de los lugares de culto -sinagogas, iglesias y mezquitas- es un deber garantizado por las religiones, los valores humanos, las leyes y los acuerdos internacionales. Cualquier intento de atacar lugares de culto o amenazarlos con asaltos violentos, bombardeos o destrucción, es una desviación de las enseñanzas de las religiones".
Condenamos enérgicamente este acto bárbaro y rechazamos las ideologías que buscan justificar la violencia en nombre de la religión. Expresamos nuestras más sinceras condolencias al Patriarcado Ortodoxo Griego de Antioquía y Todo el Oriente, y expresamos nuestra solidaridad con todas las comunidades cristianas de Siria, que han soportado años de persecución, desplazamiento y ahora se enfrentan a renovados temores e inseguridad.
Oramos a "Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones" [2 Corintios 1,3-4], por el descanso eterno de los fallecidos, por la curación de los heridos y por el consuelo y la fortaleza de sus desconsoladas familias.
Hacemos un llamamiento a las autoridades sirias para que tomen todas las medidas necesarias para garantizar la protección y la libertad de los cristianos en todo el país, para que puedan vivir con seguridad y contribuir plenamente a la vida de su patria.
Conscientes de que estos actos infligen heridas profundas en la historia de los pueblos, que tardan generaciones en sanar [Papa León XIV, Ángelus, domingo 22 de junio de 2025], oramos y esperamos que los pantanos del odio y el fanatismo sean erradicados de manera decisiva para que los pueblos de Oriente Medio -y en particular la amada Siria- puedan vivir finalmente en paz, dignidad y humanidad compartida.
*Traducido por la Oficina de Prensa del Patriarcado Latino de Jerusalén