El sábado 7 de diciembre de 2024 tuvo lugar en el Seminario Redemptoris Mater de Korazin una celebración significativa para la Diócesis de Jerusalén. Tres seminaristas -Lucas Solbach de Francia, Oscar John Núñez de Filipinas y Giacomo Pagliariccia de Italia- fueron ordenados diáconos por Mons. Rafiq Nahra, Vicario Patriarcal de Galilea. El rito de ordenación fue concelebrado por varios sacerdotes de Galilea y contó con la presencia de los familiares de los candidatos que vinieron a celebrarlo desde lejos, además de los capellanes espirituales de los nuevos diáconos, varios fieles de diversas parroquias y comunidades neocatecumenales de toda la Diócesis.
En preparación para su ordenación diaconal, los tres candidatos participaron en retiros comunitarios y personales, junto con oraciones de vigilia. A continuación, se presentaron ante el clero y los fieles de la Iglesia e hicieron votos solemnes de obediencia, celibato, oración y servicio a Dios y a su pueblo, asumiendo su papel como ministros de la Palabra. Esta ordenación significa su participación única en la misión de Cristo, reflejando Su papel como siervo de todos, según el Catecismo, «Los diáconos participan en la misión y la gracia de Cristo de una manera especial. El sacramento del Orden Sagrado los marca con una impronta ('carácter') que no se puede borrar, configurándolos con Cristo, que se hizo a sí mismo 'diácono' o servidor de todos» (CIC 1570).
En su homilía, Mons. Rafiq Nahra destacó la importancia de la ordenación, que coincidió con la fiesta de la Inmaculada Concepción. Pidió a Nuestra Señora que guiara a los nuevos diáconos en su servicio a la Iglesia, animándoles a tomarla como ejemplo de fe, humildad y constancia en su caminar con Dios. Reflexionando sobre la lectura evangélica de Lucas 1, 26-38, que relata la Anunciación del Nacimiento de Jesús a la Virgen María, Mons. Nahra se centró en tres puntos clave relativos a la llamada de Dios al servicio y a la entrega:
Primero, subrayó que Dios prepara a las personas mucho antes de su ordenación. Basándose en los escritos de San Pablo, explicó que Dios elige y santifica a cada persona con un propósito específico, preparándola incluso antes de su nacimiento: «...como nos eligió en él, antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha en su presencia» (Efesios 1,4). Recordó a los seminaristas que, aunque no sean perfectos, Dios les ha hecho íntegros para la vocación que les ha dado, y les sostendrá en su servicio, como se refleja en el Salmo 139,10: «Tu mano me guía; tu diestra me sostiene».
Segundo, Mons. Nahra habló de la importancia de ser siervo de Dios y de la Liturgia. Dijo: «Un buen siervo es, ante todo, un buen oyente». Al tiempo que instó a los nuevos diáconos a permanecer fieles en la oración, escuchar atentamente la Palabra de Dios y ser sensibles a las necesidades de las personas a las que sirven: «Con la ayuda de Dios, sabréis pronunciar las palabras adecuadas durante vuestras homilías, enseñanzas y Obras de Caridad».
Finalmente, Mons. Nahra reflexionó sobre el papel indispensable del Espíritu Santo en el ministerio. «Sin el Espíritu Santo, es imposible cumplir vuestra vocación», subrayó a los diáconos recién ordenados. Inspirándose en el día de Pentecostés en el libro de los Hechos -cuando los apóstoles, llenos de valentía, se vieron capacitados para proclamar la Palabra de Dios-, les recordó que todos estamos llamados a buscar una renovación diaria en el Espíritu Santo. Esta llenura continua nos capacita para dar testimonio del Evangelio, tanto de palabra como en la acción.
El diácono Oscar John Núñez compartió su inspirador viaje de descubrimiento de su vocación y sus esperanzas como nuevo diácono de la Oficina de Medios de Comunicación del Patriarcado Latino de Jerusalén:
Antes de venir a Tierra Santa trabajó en Dubai, buscando oportunidades para mantener a su familia, como muchos filipinos en el extranjero. Durante su estancia allí, sintió una clara llamada del Señor, que le reveló un camino diferente hacia el sacerdocio a través de muchos signos. Esto marcó el comienzo de un camino de formación de ocho años, guiado por sus formadores.
Reflexionando sobre su vocación, dijo: «Aspiro a vivir en la “esperanza que no engaña”, como expresa el lema del Jubileo 2025, confiando en que camino en la voluntad de Dios y abrazando la libertad de ser un hijo amado de un Padre celestial bondadoso». Inspirado por la oración de San Ignacio de Loyola, busca la gracia de servir a Dios desinteresadamente y amarlo tan profundamente como el ha sido amado. Recibir formación espiritual en Tierra Santa, donde Jesús caminó, ha sido una profunda bendición para el diácono Núñez, ofreciéndole oportunidades diarias de visitar lugares sagrados, rezar y profundizar en su fe. Señaló que incluso los desafíos de los últimos años, como la pandemia y la guerra, han dado forma a su camino de seguimiento de Cristo.
Los diáconos recién ordenados comienzan ahora su sagrado servicio a la Iglesia ayudando a facilitar la vida espiritual de los fieles mediante la proclamación de la Palabra de Dios, la enseñanza en nombre de la Iglesia y guiando al pueblo de Dios en ministerios de compasión y justicia, todo ello con la guía del Espíritu Santo y siguiendo el ejemplo dado por Cristo y la Virgen María.